Ensayo y Opinión
La escolarización como proceso y efecto de la modernidad, se hace insuficiente para enfrentar los desafíos de la nueva era. El sistema educativo actual del mundo occidental es producto de la sociedad moderna, y un efecto del capitalismo burgués que buscó imponer un modelo de disciplina que permitiese al individuo insertarse en el nuevo orden mundial.
Este paradigma configura los modos del deseo y, de esa manera, los individuos asumen libremente la represión de la que son víctimas, y desean lo que se supone que deben desear. Para José Huergo, este proceso de transformación está intrínseco en la sociedad, arraigado en la mente colectiva y asumido como ideal socio cultural.
La escolarización como proceso y efecto de la modernidad, se hace insuficiente para enfrentar los desafíos de la nueva era. El sistema educativo actual del mundo occidental es producto de la sociedad moderna, y un efecto del capitalismo burgués que buscó imponer un modelo de disciplina que permitiese al individuo insertarse en el nuevo orden mundial.
Este paradigma configura los modos del deseo y, de esa manera, los individuos asumen libremente la represión de la que son víctimas, y desean lo que se supone que deben desear. Para José Huergo, este proceso de transformación está intrínseco en la sociedad, arraigado en la mente colectiva y asumido como ideal socio cultural.
Esta estructura e inserción al
mundo no es sólo una disciplina hacia el sujeto, sino hacia el saber mismo “las
disciplinas son portadoras de un discurso, crean aparatos de saber y
conocimientos”[1]. Este nuevo paradigma de la modernidad, que relega a la
cultura tradicional, es dado por la institución escolar que a través de “la
denominada educación popular tiene por objeto la incorporación de los
individuos a la organización social y política moderna. Su finalidad, en
principio, es la formación de un ciudadano capaz de vivir en un nuevo
sistema”[2]. Pero este sistema discrimina y exige, cada vez más, competencias y
por qué no decirlo, títulos que respalden. Es, en las aulas, donde “los
profesores, a fuerza de dogmatismo, destruyen la curiosidad o el espíritu
crítico en lugar de despertarlos en sus alumnos” explica el economista Jacques
Delors.[3] Al olvidar que son modelos para los jóvenes, los profesores pueden
atentar contra las capacidad que tienen los alumnos para hacer frente a situaciones
de la vida[4].
El sistema educativo de hoy,
obliga a niños y jóvenes a estudiar áreas que muchas veces no son del interés
del alumno, así como también, exige el desarrollo de una cultura letrada que
relega y discrimina a la llamada cultura popular. “La escolarización como
disciplinamiento es una estrategia de racionalización, cuyo objeto es remediar
el hedor de las culturas populares, la oscuridad, la confusión, el desorden, el
atraso. Y lo hace centrándose en la higiene, la sujeción, la corrección, la
disciplina, el orden, la distinción, las buenas costumbres, la
clasificación.”[5] Desde este punto, si bien la escolarización contribuye a las
nuevas formas sociales y al ejercicio de la disciplina con métodos como
sanciones normalizadoras, vigilancia jerárquica y el uso de textos como única
fuente válida del saber, también coarta las posibilidades creativas y el
desenvolvimiento libre del individuo, especialmente en la etapa preescolar y
básica.
La idea es hacer las cosas por
pasión y no por obligación, es motivar y fomentar el uso de capacidades
individuales y colectivas, dejando ser al alumno y hacer del profesor un guía y
no un obstáculo para la libertad individual. En ese sentido, “¿Cómo va a ser
libre una persona que compra lo que le mandan porque se lo mandan?”[6], he ahí
el problema de esta disciplina social aplicada a la educación: el sistema
social ofrece y valida un modelo educacional, obligando a estudiar un ciclo
básico, un ciclo medio, una carrera y, además, fomenta la continuación de los
estudios de post grado porque sino, simplemente se queda afuera por carecer de
las competencias específicas que son exigidas en un mundo donde la tecnología y
la información se desarrollan vertiginosamente.
El mundo es cada vez más complejo.
Exige mayores habilidades, tanto sociales como técnicas, a la par del
desarrollo de tecnologías y comunicaciones, que hacen de este planeta, una
aldea global. Para Delors “el desarrollo de los
servicios obliga a cultivar cualidades humanas que las formaciones
tradicionales no siempre inculcan y, que corresponden a la capacidad de
establecer relaciones estables y eficaces entre las personas.”[7], justamente
en este punto las instituciones educativas deben dejar de ser meras emisora de
información, dando paso al desarrollo de habilidades y competencias que el
individuo debe ser capaz de aplicar en su quehacer cotidiano.
“Tengo una visión
bastante crítica de lo que pasa con la educación básica, media y superior. ¿En
que sentido? En que de nuevo estamos primando los conocimientos por sobre el
saber (…) estamos adquiriendo técnicas, estamos adquiriendo modos de, pero no
estamos preguntándonos para qué.” [8] y justamente allí, radica la capacidad
del individuo para autogestionar su propia existencia, el ser capaz de tomar
decisiones libremente y enfrentar situaciones de riesgo. En la medida que se
deja a una persona aprender a hacer y comprender, se promueve en ella una libertad
que le permite ser: “el desarrollo tiene por objeto el despliegue completo del
hombre en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus
compromisos; individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano
y productor, inventor de técnicas y creador de sueños. Este desarrollo del ser
humano, que va del nacimiento al fin de la vida, es un proceso dialéctico que
comienza por el conocimiento de sí mismo y se abre después a las relaciones con
los demás.”[9]
Es allí donde la educación debe
cumplir su rol. “…Una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana
y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia
entre todos los seres humanos.”[10] Debe fomentar la relación entre la cultura
letrada y la cultura popular para promover el desarrollo humano como especie e
individuo, una necesidad que no ha sido considerada: “la escolarización hizo
caer en desprestigio un conjunto de tradiciones y visiones del mundo que
estaban fuertemente ligadas al pasado de cada región, y que vivían en la
memoria.”[11]
En un modelo de inserción global
y donde la economía tiene un rol preponderante, se exige cada vez más aptitudes
para la ejecución de trabajos y por ende, de estudios previos. Necesariamente, se
requiere un sistema donde hay subordinados dispuestos a someterse a exigencias,
disciplinas y formas de desenvolverse, sin embargo y por lo expresado
anteriormente, el sistema mismo en que se desarrolla el estudiante y futuro
trabajador, manipula los modos del deseo y promueve que un ser humano,
reprimido, no se sienta tal y se aboque a producir lo que el modelo imperante
requiere de él “(…) las energías del placer son convertidas en acción. Con lo
que las exigencias del principio del placer siguen existiendo bajo el principio
de la realidad, pero transubstanciadas. Son puestas al servicio de la economía.
Una de las finalidades claves de la escolarización, es provocar en los
individuos esta transubstanciación del placer.”[12] Lo que quiere decir que el sistema
educativo prepara al niño y al joven para tener como objetivo el trabajo y los
resultados del mismo: “La plata es importante. Es casi un fin.”[13]
Educar para disciplinar,
disciplinar para trabajar, trabajar para producir y producir para ganar dinero
parece ser la cadena del mundo moderno. Sin embargo, la educación debe ser más
que la entrega de conocimientos y la formación social de un individuo, “la
educación debe transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de
conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización
cognitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.
Simultáneamente, debe hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse
sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden
los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de
desarrollo individuales y colectivos.”[14] Lo que quiere decir, que la
educación debe proveer de las herramientas para que un individuo sea capaz de
ser, saber hacer, conocer y convivir.[15] Un sistema de enseñanza estructurado
promueve, equitativamente, el desarrollo de estos pilares con el fin de hacer
del individuo un ser íntegro e integrado socialmente.
En un mundo moderno y donde la
tecnología nos permite ejecutar acciones y alcanzar nuevas realidades, es
necesario tener un enfoque integrado para enfrentar el desarrollo. La educación
debe ser capaz, entonces, de desplegar actitudes y habilidades en el individuo
y que éste sea capaz de discriminar y hacer, sin dejar de ser. “El incremento
del saber… favorece el despertar de la curiosidad intelectual, estimula el
sentido crítico y permite descifrar la realidad, adquiriendo al mismo tiempo
una autonomía de juicio.”[16] Considerando además, que la educación necesariamente
requiere de la comunicación para su efectividad, ésta no siempre educa y
ejemplo de ello es el exceso de información que oculta el verdadero sentido de
las cosas “lo veíamos todo pero no sabíamos nada… hasta cierto punto no
sabíamos nada porque estábamos viendo pasar tantas cosas que era imposible
discernir su sentido… la realidad –y menos todavía nuestra percepción de la
realidad– no consiste en la simple presencia de las cosas.” [17]
Es en esta idea, donde los medios
de comunicación, en especial la Televisión, toman relevancia pues no sólo crean
opinión, sino realidades, las que muchas veces son desarrolladas y responden a
intereses políticos y económicos.
En la Primera Guerra del Golfo
“el alto mando aliado se preocupó, casi igual que las operaciones mismas, de
informar a los periodistas para que los periodistas informaran lo que el alto
mando querían que informaran…estrategia comunicacional, como le llamarían
algunos”[18], situación común en conflictos y crisis gubernamentales y donde
“la información cumple el papel de una pantalla que oculta la realidad, nada
menos que a aquellos que nos encontramos más cerca de la realidad.”[19].
Entonces, se sabe que hay
manipulación de la información y tergiversación de los hechos, ¿Cómo se puede
discriminar en la avalancha de imágenes e información que nos llega gracias a
las tecnologías de alto alcance, que conforman una red global de información?
Allí la educación tiene la función de cuestionar acerca de las realidades que
los medios generan y para ello, debe aplicar una visión amplia que requiere de
una cultura general, que va más allá del conocimiento, es una cultura que
interrelaciona la escolarización y la cultura popular.
“Una mente
verdaderamente formada necesita una amplia cultura general y tener la
posibilidad de estudiar a fondo un pequeño número de materias (…) debemos
favorecer la simultaneidad de ambas tendencias pues la cultura general,
apertura a otros lenguajes y conocimientos, permite ante todo comunicar”[20] en
esta era de las comunicaciones y del paradigma del desarrollo, donde debemos
subsistir en un arduo clima de competitividad y exigencias, así como también
debemos enfrentar “el profundo cambio de una cultura combinada al oído a una
centrada en la vista.”[21]
Fuentes:
DELORS, JACQUES"Los Cuatro Pilares De La Educación"
HUERGO, JOSÉ "De la Escolarización a la Educación"BLANCO, GUILLERMO "¿Por qué Comunicación y Educación? "
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