Reportaje:
Destinado a conservar el material
vegetal de las especies endémicas de Chile en una proyección a cien años y ante
eventuales cataclismos o guerras que pudiesen ocurrir en el futuro, el Banco de
Semillas se emplaza en una zona de alta seguridad en el Valle del Elqui, en la
Región de Coquimbo.
Patrocinado por el Instituto de
Investigaciones Agropecuarias, INIA, el Banco de Germoplasma, llamado más tarde
Banco de Semillas, es uno de los 10 centros de conservación genética vegetal
más importantes del mundo y el tercero en Latinoamérica.
Considerando que los recursos
genéticos son parte del patrimonio de Chile, el Ministerio de Agricultura de
Chile en 1995, con el apoyo económico de Japón (proyecto Kew) y más tarde,
Inglaterra (Jardín Botánico de Cue), promueven la creación del centro de investigación
como un intento para conservar la diversidad biológica del país, dando origen a
una red de bancos que responden al interés estratégico del Gobierno por
conservar las especies de Chile.
La Red de Bancos de Recursos
Genéticos contempla cuatro centros de investigación y conservación activos, los
cuales se ubican en Santiago, Temuco, Chillán y Vicuña. Esta última, alberga al
más importante de todos los centros.
La ciudad de Vicuña, donde se
emplaza estratégicamente el búnker, es elegida debido a su baja humedad y con
ello, la escasa probabilidad de que las especies desarrollen enfermedades y
adquieran hongos, así como la seguridad que le otorga la presencia de valles y
montañas.
Si bien la capacidad que tiene el
Banco de Semillas es para albergar 50.000 muestras (unas 10 veces el total de
la flora en Chile), el centro contiene 800 muestras de semillas y 600 especies
almacenadas de flora nativa. Sin embargo, no todas las especies existentes en
el banco son de uso masivo, pues algunas ya están extintas y otras son
desconocidas para la población común.
El Objetivo principal del Banco
de Semillas es tener muestras genéticas y semillas vivas de cada una de las
especies vegetales, tanto agrícolas como de flora silvestre, existentes entre
la I y VIII regiones, consideradas como zonas semiáridas.
La Ingeniero Forestal del Banco
de Semillas, Ana Sandoval, explica que “en el área silvestre se comenzó hace
poco y el interés radica en la conservación de la especie y necesidad de
cuidarla. Se conservan de manera ex situ (sacándolas del lugar y guardándolas
en las cámaras de frío), aunque lo ideal sería conservarlas in situ, su
hábitat”.
Para la recolección de las
especies, el Banco de Semillas ha desarrollado alianzas estratégicas con el
Jardín Botánico Nacional, ubicado en viña del Mar, y con el Jardín Botánico de
Talca, los que ayudan a recolectar material en la V y VII región, respectivamente.
Con el fin de obtener muestras de las especies de la VIII y IX regiones, se
gestiona, actualmente, algunos convenios con empresas forestales de la zona sur
del país.
Sandoval explica que “trabajamos
con muchas especies. En otros bancos se dedican sólo a una especie”. De las
especies existentes en el centro, destacan 2 colecciones de diversas
subespecies de maíz y de porotos.
Para mantener las especies vivas,
las semillas requieren ser congeladas en una cámara que está a 18º de
temperatura bajo cero y una humedad al 10%. Tales condiciones son óptimas para
mantener la hibernación de las especies y ser devueltas al ecosistema natural
cuando se requiera.
Sin embargo, la especialista
explica que para regenerar una especie en el hábitat y conservarla, se
requieren unas 5.000 semillas y que no todas las especies existentes alcanzan
esa cifra en la actualidad, pues muchas están en peligro de extinción. A lo que
Sandoval añade “si no alcanza la cantidad de semillas, traemos una planta viva
para producir las semillas necesarias”.
Para evitar el shock térmico de
las semillas en su proceso de conservación en las cámaras de congelación, el
centro cuenta con una cámara de frío a 5º bajo cero, que adapta a las especies
antes de ser sometidas a los 18 grados bajo cero. Sin embargo, no todas las
especies resisten estas condiciones extremas, de esta forma, especies como la
Araucaria no pueden ser conservadas y sólo se depende del cuidado ecológico
para su conservación.
En caso de que la energía sea
deficiente, el banco dispone de dos generadores eléctricos que se traspasan
energía mutuamente. Sin embargo, Sandoval explica que en un futuro, se planea
instalar paneles solares para aprovechar la gran cantidad de sol existente en
el lugar.
El búnker está protegido por un
sistema de antibombas y contra terremotos, así como su emplazamiento se da en
zonas de difícil acceso y cuyas cámaras de conservación se ubican bajo tierra.
Tal seguridad refleja lo que el Gobierno denomina como “soberanía sobre el
patrimonio genético”. Y que Sandoval explica como “un carácter de seguridad
nacional".
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