RSE: al público no sólo le importa cuánto gana una empresa sino cómo lo gana



La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) hoy se presenta como una filosofía de gestión empresarial orientada a comprometer a la empresa a través de formas de intervención en el plano social y medioambiental.

La Organización Mundial del Trabajo (OMT) la entiende como el quehacer de sus actividades y principios por los cuales se rigen sus métodos y procesos, voluntariamente.

Es a través de la RSE que se gestionan los impactos internos y externos, por tanto las empresas  deben constituirse como un referente que promueva el progreso a través de acciones que configuren diferentes intervenciones y marquen importantes tendencias que apunten a un cambio sostenible, así como el compromiso con su entorno. Es necesario entonces, un respaldo desde el gobierno corporativo y la alta dirección para entenderla como una ventaja competitiva y un valor agregado en la forma de hacer las cosas.


En un mundo globalizado, tecnológico y en constante cambio, las empresas necesitan validarse en la comunidad donde interactúan. Los grupos de interés (stakeholders) con los cuales se relacionan tienen expectativas sociales, económicas y medioambientales hacia ellas y tácitamente, se espera un proceder acorde a estándares de calidad que aboguen por el cumplimiento de normativas y procesos que promuevan el desarrollo de la comunidad de manera sustentable, generen un aporte económico a la calidad de vida de las comunidades con las cuales interactúa, y también entiendan que las personas son el recurso más importante de una organización y por tanto, las políticas empresariales hacia el interior deben orientarse a tener trabajadores motivados, felices y comprometidos con su trabajo.

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) hoy se presenta como una filosofía de gestión empresarial orientada a comprometer a la empresa a través de formas de intervención en el plano social y medioambiental. La Organización Mundial del Trabajo (OMT) la entiende como el quehacer de sus actividades y principios por los cuales se rigen sus métodos y procesos, voluntariamente.

Es a través de la RSE que se gestionan los impactos internos y externos, por tanto las empresas  deben constituirse como un referente que promueva el progreso a través de acciones que configuren diferentes intervenciones y marquen importantes tendencias que apunten a un cambio sostenible, así como el compromiso con su entorno. Es necesario entonces, un respaldo desde el gobierno corporativo y la alta dirección para entenderla como una ventaja competitiva y un valor agregado en la forma de hacer las cosas.

El aporte que las empresas hagan a través de la Investigación y Desarrollo I+D vinculando a las comunidades y la academia es una arista que puede ser potenciada con miras a mejorar la calidad de vida del entorno y el país, por ejemplo. Lo que se reconoce como buen negocio para la empresa, necesariamente debe ser validado como buen negocio para la sociedad.

No es menor la presión a las que están sometidas y al cuestionamiento implícito y permanente de su quehacer en la era de la información. En otras palabras, una cosa es la identidad de una empresa y cómo quiere proyectarse al medio y otra muy distinta, es cómo perciben sus públicos internos y externos.

¿Cómo crecer de manera sostenible? ¿Cómo ser coherente entre lo que digo que soy y lo que quiero proyectar? Son aristas de suma relevancia para el éxito empresarial y alcanzar la buena reputación en sus grupos de interés. Al público hoy no sólo le importa cuánto gana una empresa sino “cómo lo gana” y cada vez, se hace más exigente con ella y su(s) marca(s).

Como ventaja competitiva, la RSE es un intangible que otorga credibilidad y permite gestionar la buena reputación, considerando aspectos como la ética, calidad de vida, marketing responsable, compromiso con la comunidad y procesos amigables con el medio ambiente. Es un valor que otorga ventaja competitiva y aceptación por parte de sus stakeholders.

Desde esta mirada, el valor de una empresa radica en la riqueza y bienestar que genera en la comunidad donde interviene o ejerce influencia. Esta es la base del triple Bottom Line, cuyos aspectos Socio-Económico-Ambiental deben equilibrarse adecuadamente para generar un desarrollo sustentable y sostenible en el tiempo.

Por ello, las empresas modernas deben considerar la Responsabilidad Social como un eje estratégico de la naturaleza corporativa, invertir, diseñar y ejecutar un modelo de gestión que aborde un plan de acción que considere estas dimensiones para transformarla en un activo que agregue valor a la empresa, ventaja competitiva y sea traducida en una buena reputación y desde allí generar la credibilidad y confianza que se traduce en mayores ventas, validación y permanencia.


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