Comunicar no es
Informar… y es que existe una pequeña gran diferencia entre los dos conceptos.
Informar es hacer llegar un mensaje al receptor y Comunicar implica un proceso
mucho más complejo que involucra aspectos como la retroalimentación, la conducta
y emociones tanto de quien emite como de quien recibe dicha información.
Parto esta
columna escrita y publicada en Diario El Dia, con la respectiva aclaración para analizar un tema que ha sido
soslayado en esta crisis y sin embargo, ha tenido un rol preponderante: los
medios de comunicación y el tratamiento de la información.
El 18 de octubre pasado, muchos de los que veíamos las imágenes de estaciones de metro ardiendo quedamos en estado de shock e incertidumbre no entendiendo, hasta entonces, nada de lo que sucedía.
Las redes
sociales fueron el escape para tratar de entender y complementar la información
que emanaba de los medios tradicionales. Entonces recordé que el exceso de información
tal como el bosque espeso, impedía ver el árbol.
El hecho era uno
solo, desde allí se comenzaba a desmenuzar y complejizar con sus causas,
efectos y protagonistas. Pero a la par de los medios tradicionales y sus pautas
abordando el estallido, también comenzaron a proliferar las Fake News o
noticias falsas.
Durante
estas semanas muchos hemos recibido, creído y compartido información que
creíamos cierta a través de nuestras redes sociales y que luego han resultado
ser falsas. Entonces, la primera lección que queda es recabar que dicha
información provenga de la fuente “oficial”, que sea difundida a través de
canales “oficiales” o por el portavoz institucional.
Sumemos
a esto el efecto psicológico. Los seres humanos somos intrínsecamente
emocionales (un tema que la publicidad aborda muy bien con el neuromarketing) y
cuando algo nos impacta, nuestra primera reacción es emocionalmente instintiva y
sin chequear, se difunde y contribuye a esa desinformación a veces.
Un
reportaje en un medio nacional abordó este tema hace unos días y conversó con
Sheila Coronel, especialista en el tema de la Universidad de Columbia quien
entonces señaló que “en momentos de crisis, las emociones son muy fuertes y
la gente tiene visiones polarizadas… están menos interesados en la objetividad
de los hechos y su discusión, pero más
interesados en fomentar su lado de la discusión o derribar la opinión
opositora”.
Así,
la polarización y la desinformación contribuyen a fomentar verdades emocionales
por sobre hechos comprobables. En otras palabras, el lenguaje genera realidades
y ante un contexo complejo donde abunda
la información, se hace cada vez más difícil analizar los detalles.
Entonces,
el rol de los medios es fundamental para contribuir a esa entrega de
información, a generar opinión y dar cabida a los análisis. Es importante acercar
fuentes oficiales y protagonistas con la ciudadanía para aminorar la
incertidumbre y no sentirnos dueños de la verdad. Solo así podremos contribuir
al consenso que, ciertamente, es fundamental para la toma de decisiones
informadas que requiere un país para avanzar en sus políticas publicas.
Daniel Halpern, director
de Trend
Digital UC, dio a conocer hace unos días los resultados del “Estudio
de opinión pública: uso y evaluación de los medios de comunicación y redes
sociales durante el estallido social en Chile” basado en una encuesta
online a realizada a 1.639 adultos de todo el territorio entre el 6 y el 14 de
noviembre de 2019.
Entre
los principales resultados obtenidos, el estudio señaló que más del 50% de la
muestra se informó a través de medios tradicionales de comunicación, más del
80% utilizó las redes sociales todos los días como método de información y el
uso de éstas se incrementó entre los jóvenes. Así mismo, el estudio arrojó que
más de un 65% de los encuestados cree que es importante promover la identidad y
unidad nacional desde los medios.
No es
menor entonces el rol preponderante que tienen los medios de comunicación
tradicionales en el tratamiento de la información y los efectos que se genera
en las personas. Estamos en un mundo complejo y con exceso de información,
donde cada vez es más complejo separa lo real de lo irreal, lo objetivo de lo
subjetivo y es justo allí, donde el periodismo tiene un rol esencial para
analizar, informar y crear opinión.
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