Estamos bien los 33: diez años de una hazaña histórica



El jueves 5 de agosto de 2010, a eso de las 14:30 horas no volvería a ser un día cotidiano para un grupo de 33 hombres que trabajaban al interior de la mina San José (entonces propiedad de la Cía. Minera San Esteban Primera S.A) ubicada cerca de Copiapó, en pleno desierto de Atacama.

A esa hora, un derrumbe en un lugar remoto del mundo dejaría a estos esforzados mineros atrapados a 700 metros bajo tierra. Lo que vino después, ha sido considerada una de las hazañas más relevantes que el mundo recuerde en materia de rescate y este desconocido rincón del planeta, se convirtió en el epicentro de la esperanza y el triunfo de la vida por sobre la muerte.

“El aviso a las autoridades del Sernageomin llegó a eso de las 16:00 horas y los primeros equipos en llegar al lugar para el rescate a eso de las 22:00 horas” explica Rodrigo Reveco, especialista internacional de emergencias y uno de los diseñadores de la famosa Cápsula Fénix.

“El equipo de rescatistas estaba liderado por Miguel Fortt, Ingeniero de Minas y especialista en rescate. Junto a él se encontraban profesionales y expertos del Sernageomin, Onemi, Bomberos y Rescate Atacama” agrega Reveco.

Desde ese primer día, hasta la histórica y mediatizada liberación que dio la vuelta al mundo -cuya audiencia fue estimada en mil millones de personas- fuimos conmovidos con la historia y vivencia al límite de los protagonistas, durante 69 días.

En este período, el inhóspito lugar se convirtió en el foco mundial de la noticia y hasta allí llegaron corresponsales y gráficos de todo el orbe, profesionales de diversa índole, autoridades y los mejores rescatistas nacionales e internacionales quienes eran acompañados por las familias que se apostaban en el lugar. El objetivo era llevar a cabo exitosamente un plan de alta complejidad y sin precedentes en el mundo.

“El 14 de agosto me contactan desde la Onemi para sumarme al equipo de rescate” recuerda Reveco. El experto internacional en emergencias se sumaba entonces y quedaba al mando de 300 personas en la operación, comentando que la alta complejidad se daba esencialmente por tres factores: la profundidad en la cual se encontraban las personas; la alta dureza de la roca (en escala de 1 a 10, la misma era de 9) y un tercer factor, era que el derrumbe había colapsado todas las vías de acceso haciendo imposible llegar a ellos.

El plan de rescate era muy complejo y diversos especialistas, autoridades, profesionales e instituciones sumaron esfuerzos con un objetivo único: salvar con vida a los 33 mineros atrapados en una carrera contra el tiempo y donde factores como la falta de alimento, oxígeno y el encierro era urgente resolver, entre otras variables.

Entonces, el gobierno liderado por el Presidente Sebastian Piñera, gestionó y puso a disposición de los rescatistas y expertos, las mejores maquinarias con tecnología de punta, un robot perforador, el equipamiento técnico de primer nivel y sondaje de alta precisión traídos desde Estados Unidos y Australia, entre otros.

Con los mejores equipos de rescate del mundo, las capacidades de los mejores profesionales chilenos y extranjeros en diversos ámbitos, el apoyo de diversas institucionalidades, el compromiso del gobierno, el temple de las familias y el trabajo mediático, el día 22 de agosto a eso de las 14:00 horas en una bolsa perfectamente sellada, emergía de las profundidades de la tierra un papel escrito que decía “estamos bien los 33”.

“… Fue un momento súper fuerte, brincamos de alegría y felicidad. Posterior a ello, mandamos una cámara que solo alcanzó a mostrar el rostro de Luis Urzúa. Después, a través de una Paloma que diseñó y creó Miguel Fortt les enviamos un sistema telefónico para contactarlos y enviarles todo lo que necesitaban” evoca Reveco.

Desde entonces, el suministro de medicamentos, hidratación y nutrición, además de la comunicación permanente iba en paralelo al proceso de rescate, junto con el apoyo psico-emocional constante a los mineros y sus familias fue prioritario.

“Levantar los planos geomecánicos para este operativo era esencial y en ello, la ingeniero chilena Macarena Valdés fue clave… Nosotros, teníamos varias perforaciones donde les hacíamos llegar los suministros, comunicaciones y una nueva idea fuerza que estaba a cargo de otro joven y talentoso ingeniero, Igor Proestakis, nos daba vueltas y consistía en ensanchar una de las perforaciones para introducir la cápsula cilíndrica metálica que tenía diseñada (y que las autoridades apodaron como Fénix). Lo demás ya es historia conocida…” finaliza el experto.

Es así como millones de personas en el mundo nos hicimos parte con alegría, emoción y esperanza de este milagro, fuimos espectadores de un rescate sin precedentes protagonizado por el coraje admirable de hombres luchadores, del trabajo incansable de los mejores profesionales en múltiples frentes y una hazaña histórica que traspasó fronteras, idiomas, así como de las más complejas barreras humanas y geológicas.

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